miércoles, 25 de septiembre de 2013

Enseñanza y competencias...



 
En una remota ocasión, leí un texto de Juan Nuño en el cual afirmaba – caracterizando a los latinoamericanos- nuestra  costumbre de  esperar soluciones "mágicas". No me dispongo a desarrollar este tema; sólo me sirve de vago punto de partida y lo asocio con un hecho bastante generalizado que, como docente e investigador,  he podido corroborar en mi experiencia práctica en aula y en observaciones en contextos escolares: queremos solucionar los problemas didácticos propios de la enseñanza de nuestra asignatura (lengua y literatura) con fórmulas o recetas  que esperamos, bien nos las traigan  "los expertos" (casos ajenos a la realidad particular de nuestra aula o institución) o bien se presenten por arte de birlibirloque.
     Muchos docentes de lengua y literatura, con muy buenos deseos e intenciones (aunque no siempre con claridad de propósitos), cada vez que tienen la oportunidad solicitan, piden (casi que a niveles de desesperación) formación relacionada con "estrategias de enseñanza". Suponen que sólo por el hecho de recibir una charla, conferencia, curso, taller... ya tienen la "receta o fórmula" que aplicarán mecánicamente (sin terminar de procesarla o adaptarla a las particularidades de su contexto) con total garantía de aprendizajes significativos de los contenidos lingüísticos y literarios.
     He allí el problema: el asunto no funciona tan simple, mecánica o causalmente. Cuando participamos en procesos de enseñanza y aprendizaje de nuestra área, enfrentamos una situación compleja que se caracteriza por la variedad  y diversidad de perspectivas,  enfoques y metodologías; estas últimas se expresan en actuaciones que pueden resultar didácticamente acertadas o, al contrario, desacertadas. En ambos casos, se impone el análisis, la reflexión, la discusión, el ensayo, la continua y permanente validación  para reorientar, optimizar los referidos procesos. El punto de partida será siempre la claridad de propósitos, la precisa definición fines, objetivos y metas…
     Hoy, movido por mis preocupaciones y reflexiones que se expresan en forma sucinta en los párrafos anteriores, comparto con ustedes un material al que accederán “cliqueando aquí”.

    ¡No comento nada más! (Si les parece me pueden ayudar con el cierre de la entrada).

martes, 10 de septiembre de 2013

Hola. ¡Mucho gusto! soy...



Recuerdo que en mi época de estudiante de bachillerato, cuando estudiábamos literatura nuestros encuentros con la obra literaria eran como "matrimonio obligado": muy pesados, sin vinculación afectiva, emocional, con su contenido ni con su autor; es más, recuerdo que llegábamos hasta el extremo de generar antipatía hacia estas personas (autores/autoras) que "parecía que no tenían oficio" (¡qué tal la inconsciencia sobre el oficio de escribir!) y lo que hacían era darnos trabajo. En muy pocas ocasiones (para no incurrir en la afirmación extremista de "nunca"), se nos presentaban estos hombres y mujeres en su dimensión humana (sólo algunos datos técnicos que aportaban las reseñas biográficas que eran tratadas como una tarea o "evaluación" más: ¿en qué año nació Miguel de Cervantes? ¿En qué ciudad y año escribió RG su principal obra?). No se nos daba la oportunidad de conocerlos con sus alegrías, tristezas, gustos, aficiones, manías... 
     Creo que si se hubiese hecho de esta manera, nuestra perspectiva como lectores noveles habría sido distinta, porque a la larga lo humano siempre nos ocupa, nos interesa, nos "toca"; las experiencias humanas conforman un tejido, una malla o red; en algún momento se conectan y entonces... ¡nos enganchamos!. Hay aspectos de la vida de ciertos autores y autoras con los cuales podemos empatizar y desde ahí comenzar nuestra relación amistosa con ellos/ellas y su obra. 
      Por allí deberíamos empezar en nuestras clases de educación literaria: con la presentación (cálida, informal) del autor o la autora en una suerte de:_ Hola ¡Mucho gusto! Soy...  Para esto nos podemos apoyar, aparte de las "frías y estructuradas" reseñas biográficas (a las cuales no les podemos negar su valor informativo),  en cartas, entrevistas, conversaciones o cualquier otro medio (de los muchos que contamos hoy). El docente de Lengua y literatura también es una narrador o contador de vidas y puede jugar un interesante papel en este encuentro y presentación inicial entre jóvenes lectores y lectoras y autores(as). Conocemos, por ejemplo, a Umberto Eco como distinguido filósofo,  crítico literario, semiólogo, comunicólogo autor de obras de gran envergadura como El nombre de la Rosa, El péndulo de Foucault, Apocalípticos e integrados, Tratado de semiótica general... pero no lo conocemos como un hombre cuya en cuya infancia la guerra se entrometión  con sus episodios de violencia, muerte, dolor, hambre y sin embargo al rememorar en una entrevista  esta etapa de su vida afirma:

¿No será que lo triste de la infancia es su recuerdo?
No, en la infancia hay grandes tristezas. Puede haber tristezas infinitas. No se es ni carne ni pescado. Yo tengo bellísimos recuerdos de mi infancia. Uno de ellos es el tiempo de la guerra.
¿Cómo se vive en la guerra?
¡Muy bien! Uno anda de un lado para el otro para salvar la vida, comiendo poco. Una bellísima experiencia… (risas). No, pero fuera de eso, todos los recuerdos de la infancia son dulces. He dicho que en la infancia hay grandes tristezas, pero cuando se recuerda la infancia es dulcísimo. De lo quehablaba es de las noches pasadas en los refugios mientras caían las bombas. Con los otros niños nos encontrábamos. Era lo normal que cayeran las bombas.  
  (ver entrevista aquí)


y así como ésta, refiere otras vivencias que nos muestran otro lado de Eco: menos rígido y distante, más cercano y amistoso. 
Pienso a los docentes de lengua y literatura como "Eros o Cupidos" que propician (con flechas de oro, no de plomo) relaciones gozosas, lúdicas con la obra y su autor. 

viernes, 6 de septiembre de 2013

Colección Bicentenaria

    
 
                         Es inevitable (y lamentable) que siempre busquemos excusas para justificar nuestra desinformación sobre asuntos de interés formativo y profesional; podríamos, en tal sentido, elaborar una larga lista de ellas, pero no es el propósito de esta entrada.
       Lo que me motiva a escribirles hoy es el interés por compartir unos materiales que en los actuales momentos los docentes (en ejercicio) de Castellano y Literatura en Venezuela y quienes se están formando para ello, deberían estar leyendo, analizando a la luz de propósitos y objetivos, confrontándolos con enfoques y perspectivas de la enseñanza de la lengua y de la educación literaria,  (re)adaptándolos a sus contextos específicos o pensando (a efectos de planificación) qué uso le van a dar, cómo los aprovecharán y explotarán juntos con los estudiantes su potencial didáctico: me refiero a los libros de la Colección Bicentenario, particularmente los dirigidos al área de lengua. 
          Recomiendo a los lectores y lectoras, jóvenes estudiantes de educación, que se acerquen a ellos con entusiasmo y desprejuiciadamente. Esfuercénse en conocer de primera mano, con propiedad, y en profundidad por qué se publican, en qué condiciones, con qué fines, a qué políticas educativas, demandas y necesidades sociales intentan dar respuesta (entre otros aspectos); esto será un punto de partida para fijar posiciones críticas informadas acerca de estos materiales didácticos.
         El análisis de estos libros de la Colección Bicentenario debe sustentarse en criterios que deben procurarse a través de la revisión de estudios, artículos, trabajos relacionados con la elaboración y uso de los libros de texto en el aula. Por ejemplo, revisar este enlace http://catalogomedia.canaimaeducativo.gob.ve/usr/share/contenido-educativo/cuarto/contenidos/docente/lecturas-sugeridas/orientaciones-didacticas-para-el-uso-del-texto-escolar-lengua-y-literatura-del-nivel-de-educacion-media/orientaciones-didacticas-para-el-uso-del-texto-escolar-lengua-y-literatura-del-nivel-de-educacion-media.pdf podría ser un interesante inicio...
         De entrada, sólo les comentaré que se nos presentan con títulos sugestivos, motivadores que animan y convocan (debería ocurrir) a revisarlos, trabajarlos... Para cada año, un título, vean:
Primer Año: Palabra de identidad, Segundo Año: Ideario en palabras, Tercer Año: Palabra liberadora, Cuarto Año: Palabra Creadora, Quinto Año: Palabra Universal.
          Ojalá que  este aporte (in)formativo, contribuya a  aligerar la lista de excusas de algunos de los lectores y lectoras, jóvenes estudiantes de educación, y tengan presente que los libros de texto son materiales de apoyo, sólo eso; los docentes y los estudiantes son en última instancia (como agentes y sujetos de desarrollo curricular) quienes deciden qué hacer con ellos, cómo utilizarlos, qué provecho sacarles. 
  
Actualización: 210416

jueves, 5 de septiembre de 2013

¡Cada clase de literatura puede ser una aventura!

     Los procesos didácticos, en virtud de su dinamismo, complejidad y de las particularidades propias que le imprimen los diversos contextos escolares, no se expresan de manera unívoca, homogénea, ni pueden "replicarse" en forma idéntica. Las estrategias, métodos, técnicas que planificamos, una cosa son en el papel, pero otra diferente en la práctica: se manifiestan insospechadas dinámicas que nos obligan a estar alertas, agudizar nuestros sentidos, ser curiosos, pacientes, persistentes, estudiosos y reflexivos, e incluso, ¿por qué no afirmarlo?: valientes y aventureros. 
     Aún cuando la incertidumbre siempre estará agazapada, acechando y sorprendiéndonos en el quehacer cotidiano del aula, podemos tolerarla e incluso "domarla" un poco; a esto ayuda la claridad de propósitos y objetivos en la educación literaria, la recursividad, nuestra congruencia y entusiasmo...la forma como planificamos. 
     La planificación para la educación literaria demanda un posicionamiento abierto, flexible, pendular: oscila entre lo científico y lo artístico. El rigor y la diversión, pueden ir de la mano en la tarea de estimular, emocionar, acercar a los/las adolescentes a la lectura y su disfrute, su goce. La experimentación, el ensayo y el error tienen cabida así como el juego, la alegría y la creación. 
       Toda esta "perorata" inicial pretende ser el preámbulo para proporcionarles un material que se espera lean con fruición. No proporciona "recetas", ni soluciones mágicas... ¡sólo es un vistazo, una introducción, pero puede resultar muy orientado!.  Cada quien y cada cual, le otorgará el significado y la relevancia según sus expectativas y necesidades; cada quien y cada cual iniciará su búsqueda personal. Sólo cliqueen aquí http://www.slideshare.net/felipezayas/la-educacin-literaria-cuatro-secuencias-didcticas
y ya veremos qué os pasa, caballeros y doncellas (de la docencia) en vuestros intentos de enderezar entuertos y vencer a gigantes, endriagos, grifos y quimeras, así como toda suerte de eventos azarosos que la fortuna les depare en su tránsito por el territorio de lo educativo.¡Disfruten la aventura de educar en literatura!

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Llegan las clases: vamos a hablar, hablar y hablar!!!


     Septiembre y octubre son meses que, en Venezuela, marcan el inicio de las actividades escolares para primaria y secundaria. Estudiantes y docentes asisten a la escuela,  se incorporan a las aulas con un amplio panorama de expectativas que se soportan o fundamentan en supuestos, creencias, motivaciones, experiencias previas (estructuras semánticas) de diversa naturaleza. Es durante este período cuando se llevan a cabo los encuentros e  intercambios iniciales que deberían permitir la creación del clima socioafectivo adecuado para  la incorporación de todos y todas a las tareas de enseñanza y aprendizaje, a la construcción colectiva de saberes.
     En el caso de los docentes y las docentes, es importante que sus actuaciones didácticas estén orientadas por claras concepciones -en el marco de una racionalidad práctica, comunicativa y crítica- que otorguen amplios espacios a los intercambios orales y donde se  asume la enseñanza de la lengua y la literatura como una actividad de carácter intencional  en estrecha relación con la realidad en la que surge; un acto social, histórico y cultural que orienta a valores y en el que se involucran sujetos (Souto, 1996[1]) . En la clase de Castellano y Literatura, con apoyo en precisos principios de la didáctica de la lengua oral, se debe atender a la dimensión sociocomunicativa de la enseñanza en la cual el aprendizaje, por una parte, responde a procesos de comunicación oral abiertos, dinámicos y contextualizados que se producen en un marco institucional, en espacios tácticos peculiares, complejos, dinámicos y, por otra, exige el establecimiento de canales que posibiliten el flujo de información real y adecuada para favorecer avances significativos, para descubrir las necesidades y preferencia de los alumnos.
      Revisemos, en este mismo blog: 1) el trabajo de Monserrat Vilà y Santasusana en el cual nos presenta algunos criterios que  pueden ayudar a dar sentido y significado a la oralidad en la clase de Castellano y Literatura y, además, los componentes específicos que debemos atender en el desarrollo y fortalecimiento de la competencia oral como "factor de integración social de los jóvenes y un elemento facilitador del progreso profesional.", 2) la entrada "Bla, bla, bla" que nos aporta un manual cuyos aportes teóricos básicos sobre la comunicación oral y sus técnicas pueden ser una referencia en procesos de planificación y orientación de actividades en el aula.
     Por último, lo cual no agota ni cierra el tema, es inevitable referirse a la competencia comunicativa oral de quien enseña (o pretende enseñar) lengua y literatura. Vilà y Santasusana expresa que "las personas que saben escuchar de un modo receptivo y saben hablar bien han adquirido unas cualidades que son necesarias para establecer buenas relaciones personales, profesionales y sociales." Cabe preguntarse: ¿Saben escuchar y hablar competentemente nuestros docentes de Castellano y Literatura en servicio? ¿Cómo está la competencia comunicativa oral de quienes se encuentran en proceso de formación inicial?
     Tengamos presentes estas palabras de Rafael Cadenas que vienen al caso en esto de hacer de las clases de lengua y literatura espacios para el encuentro, el intercambio, la comunicación y, sobre todo... ¡de vida!: "La clase ha de ser algo vivo. Si no, es mejor esperar hasta tener las personas que puedan hacer este trabajo. Un trabajo más importante que el también muy útil de hacer casas y edificios, pues tiene que ver con la construcción interna de los seres, por lo que ninguno puede igualársele. A menos que prefiramos la solidez de las ciudades (...) a la solidez de las personas."
¡Feliz septiembre!


[1] Souto Martha. (1996) la clase escolar. Una mirada desde la didáctica de lo grupal. En: Corrientes didácticas contemporáneas. Argentina: Paidós.